Sexo, drogas y rock and roll. Unas guitarras por aquí, una multitud en la campa, los vicios de los camerinos y el mito de unos músicos capaces de enloquecer a las masas sin ningún tipo de miramiento. Si actualmente existen mitos que encarnen esa forma de vida, pacto mediante con el diablo incluido, son los Rolling Stones. Los británicos llevan décadas escandalizando con su música, sus hazañas dentro y fuera de las tablas y con su desafío a la mortalidad garantizan seguir muchos años más como emblema del desenfreno.
Sus satánicas majestades, integradas originalmente por Brian Jones, Mick Jagger, Keith Richards, Bill Wyman, Ian Stweart y Charlie Watts, nacieron en 1962 sin saber que tenían plaza reservada en el Olimpo del rock y del descontrol carnal. Aunque Jones fue de los primeros integrantes del club de los 27 debido a su muerte en circunstancias sospechosas en su piscina, fue entonces un símbolo de que los Rolling Stones no entendían de normas.
En materia sexual, los británicos han sabido divertirse hasta límites que no muchos otros han podido cruzar con vida. No anduvieron solos en esta aventura, puesto que hay figuras que marcaron la evolución del grupo. Uno de los principales nombres y apellidos son los de Anita Pallenberg, quien no formó parte de la banda de cara al público, pero fue un ingrediente indispensable entre bambalinas.
Eran tiempos en los que los rockeros eran señal de rebeldía, un irresistible canal contra la represión para una juventud ceñida a convencionalismos sociales. Como suele ocurrir, cuando más aprieta la soga del poder, mayores son las libertades que se toman al deshacerse de ella. Anita fue, en primera instancia, novia, pareja o, simplemente, compañera de lecho de Brian Jones, el golfo entre los golfos. Solo ellos conocían, si es que la había, la nomenclatura de su relación.
El rumbo fatal del guitarra rítmica de los Rolling. fallecido en 1969, llevó a la joven actriz a probar otros instrumentos, y fue Keith Richards el que la acogió gustosamente ya desde 1967. El tercero en discordia, Mick Jagger, también se sumó a esta ecuación a través del rodaje de Performance, la cinta que ilustró el mito sexual de los Stones sin tapujo alguno. Aunque no se emitió en la película, una escena recogió a Jagger y Pallenberg manteniendo sexo explícito y real, completando así la trilogía.
El vocalista no solo recorrió múltiples faldas, sino que también tiene atribuidas relaciones homosexuales. Eran los 70, todo valía, nadie podía pararle los pies. El recientemente fallecido David Bowie, según dictan las leyendas, también yació con Jagger, si bien tuvo la mala fortuna de que su entonces esposa, Angie, los pilló en plena acción.
Los Rolling Stones tienen sentimientos
Estas máquinas de llenar estadios, escandalizar, vender discos, ser arrestados por materias referidas a las drogas y únicos en el arte de la música también tuvieron un lado… sensible. Mick Jagger tiene a sus espaldas una activísima vida sexual, plagada de nombres ilustres que, sean ciertos o falsos, ya dicen mucho de la categoría de su personaje. Madonna, Brigitte Bargot, Uma Thurman o la exprimera dama francesa, Carla Bruni, son solo algunas de sus posibles conquistas. No es poco.
A pesar de sus éxitos en lo cuantitativo, Jagger siempre tuvo una deuda cualitativa. La cantante y actriz Marianne Faithfull, que trabajó junto a los de Londres durante su primera etapa musical, se llevó parte del corazón de Mick. La voz de los Rolling Stones nunca pudo superar su adiós y su escarceo con Richards, con quien esta mujer afirmó haberle sido infiel a la voz del grupo en lo que sería «la mejor noche» de su vida.
Provocación censurada
Un grupo de este calibre siempre estuvo rodeado de nombres ilustres. Andy Warhol, el maestro pop-art, realizó la portada de ‘Sticky fingers’, en la que a su sugerente nombre -dedos pegajosos- añade un paquete masculino bajo unos pantalones vaqueros no poco ceñidos. Los últimos coletazos de la dictadura franquista no tuvieron piedad con esta imagen, que ilustra este artículo, y la censuraron. La portada fue sustituida por unos inocentes dedos saliendo de una lata.
Ya no quedan rockeros como ellos, el tiempo hace que se difuminen las andanzas concupiscentes de las grandes figuras de las guitarras y los escenarios. Lo que es eterno es su legado, tanto en lo musical como en lo carnal. ¿Habrá quien los iguale?