Cuando escuchamos a los expertos diciendo que el sexo es educacional, tal vez por nuestra mente aparezca un: “Ok, vale”, sin darle más vueltas, sin acabar de asimilar lo que eso implica. Pues aquí estamos nosotras para traducir esta frase tan importante, significa que existe un mundo de posibilidades por conocer y por cambiar de nuestra sexualidad y la de nuestra descendencia.
Pero una frase tan sencilla como “el sexo se educa” no parece impactarnos demasiado, no despierta emociones en nuestro interior y por tanto, seguimos repitiendo los mismos patrones ya adquiridos de manera inconsciente. Estos patrones empiezan a gestarse durante los años de infancia y juventud. Poco a poco, los niños van recogiendo como esponjas todos los inputs de su entorno, sin saber que son condicionantes muy poderosos.
En un principio son pequeños y llegan por error y por azar, alguna frase de los adultos cuando hablan entre ellos, una fotografía por Internet o en una revista, un comentario por la televisión o por la radio, alguna escena erótica de pocos segundos… cada uno, sumado con los otros, acaban constituyendo un cúmulo de pequeños impactos que se quedan en nuestras retina, y que en muchos casos no se olvidan aunque pasen los años.
Estos estímulos inicialmente desconectados entre ellos, van tomando forma con los años, uniéndose entre sí y empezando a crear una primera percepción de lo que es el sexo, o mejor dicho, un tipo de sexo: el occidental contemporáneo. Entonces, entre la niñez y la adolescencia, se empieza a despertarse la curiosidad. Curiosidad que nos lleva a hacernos preguntas y a buscar las respuestas en Internet, en revistas, películas eróticas y por supuesto, en la pornografía ¿Dónde si no?
De manera inconsciente, pero inculcado desde pequeños, sabemos que esas cosas no se preguntan a los padres, ni a ningún adulto. De lo contrario, los adultos hubieran introducido el tema poco a poco durante la niñez, pero sabemos que lo han ocultado y que debe seguir siendo un secreto.
Esta es una descripción de lo que suele pasar habitualmente en muchos hogares, porque el sexo es TABÚ, sobre todo con la familia, pero no es de ningún modo una manera sana de aprender sobre sexualidad (aunque esta es otra historia que reservamos para otro artículo). Y así llegamos a ser adultos jóvenes con unas ideas sobre una sexualidad limitada y estereotipada, creyendo que solo hay UN TIPO DE SEXO, el normal, evidentemente.
Por supuesto, si esta sexualidad le funcionara a todo el mundo, si fuéramos una sociedad activa y felizmente casada con nuestro sexo, este artículo no tendría sentido, pero los estudios y los círculos más íntimos de amistades, no parecen apuntar precisamente en esa línea. Alguien sabio dijo que la locura es repetir lo mismo una y otra vez esperando obtener frutos diferentes, es decir, que estamos todos locos. Si siempre seguimos los mismos patrones sexuales, tendremos los mismos resultados, y la pregunta sería, si estos resultados nos satisfacen.
Si no nos satisface a todos, no solo a una parte, la lógica parece indicar que deberíamos salir de nuestra área de confort, variar las prácticas sexuales y no conformarnos con comprar lencería o probar posturas variopintas. Necesitamos ir más allá, precisamos que el cambio sea significativo y urge que brote nuestra creatividad, porque la solemos tener escondida.

Pero somos conscientes que es difícil creer que la sexualidad puede ser diferente si lo único que hemos conocido es lo que se considera normativo en nuestra cultura. ¿Qué debe ser lo otro? Tal vez alguien se pregunte. Una forma de tomar distancia y entender hasta qué punto es educacional y no puramente biológico, es explorar cómo otras culturas entienden el sexo, porque ellos no son los raros y nosotros normales, es que cada sociedad crea sus códigos para sentirse parte del grupo, es un mecanismo cultural, no una verdad absoluta.
Los códigos sociales y en este caso sexuales, entendidos como lo que es “natural”, pueden darnos seguridad pues todo el mundo sabe lo que tiene que hacer para llegar a la aceptación. Pero también nos coarta y nos constriñe cuando no nos permite ser creativos o cuando no podemos ser nosotros mismos. Coartados o aburridos en el mejor de los casos, pero en el peor, salirse de camino marcado, puede comportar ser menospreciado por la comunidad, ser penado con la cárcel y hasta ser condenado a muerte, según las leyes estatales o el momento histórico que nos toca vivir.
Para darnos cuenta de hasta qué punto los códigos culturales no son verdades absolutas e inmutables, solo hace falta ser conscientes de que estas verdades cambian según las culturas, las zonas geográficas y las épocas históricas ¿O es que hace 50 años se opinaba lo mismo del sexo que ahora? Aunque habitualmente ante esta reflexión pensamos que nosotros somos mejores y “los otros” se equivocan… Y curiosamente “los otros” piensan lo mismo de nosotros… ¿Quién tiene razón? Nadie, nuestro sexo sería mejor si fuéramos más abiertos y flexibles.
Podemos encontrar ideas de sexualidades diferentes en artículos precedentes, como los cuatro artículos SEXO del BUENO (I al IV) y por supuesto dedicaremos más posts en el futuro, pero también tenemos una propuesta, podéis investigar sobre el sexo de distintas culturas y cuando la tengáis, preguntaros qué parte podéis trasladar a vuestra propia sexualidad.
Se pueden indagar en el hinduismo, el budismo, en las culturas indígenas de centro África, en la comunidad Mosuo de China… Tenemos mucho por aprender si dejamos la mente abierta, el viaje es largo pero apasionante.
Tal vez los ejemplos más conocidos sean el Kamasutra y el Tantra, de los que tenemos una vaga idea y la percepción de algo exótico, antiguo y curioso, pero sin más y nos quedamos en la anécdota. La propuesta seria realizar una lectura más profunda, mucho más allá de las simples posturas o del léxico que se utilice e imbuirse en la idea general, cómo se entiende la sexualidad y extrapolar los conceptos.
Todos tenemos una tremenda capacidad de ser imaginativos en el sexo, pero no hemos tenido la oportunidad de que fluya. La buena noticia es que la creatividad también se puede entrenar si mantenemos la mente abierta, a medida que ideas y concepciones diferentes nos inundan, nuestro cerebro y nuestro cuerpo irá diseñando una nueva realidad sexual, más rica, más atractiva y más erótica. Tal vez sea la mejor forma de acabar con la desidia sexual.
Autora: Isabel Moreno Martínez. @SexeParaules.