Si en algo se innova en esta vida es en el sexo. Ya sea en materia de juguetes eróticos, cine para adultos o nuevas técnicas, el ser humano siempre se las ingenia para ser un pionero del I+D+i en lo que a sexualidad se refiere. Hoy en El Sexo Mandamiento os traemos una práctica un poco inusual pero buena, bonita y barata.
El humming es una técnica sencilla, poco invasiva y apta para principiantes. También es fácil de proponer a la pareja ya que se trata de algo bastante divertido. Proviene de la palabra inglesa que refiere a un ‘zumbido’ o ‘vibración’ y se aplica al noble arte de comer y ser comido. ¿Lo vamos pillando?
Concretamente, el humming consiste en emitir pequeños sonidos guturales mientras se está practicando sexo oral, sin importar si se trata de una felación o un cunnilingus. La intención es enviar vibraciones a los genitales de la pareja para estimular sus receptores del placer. Al fin y al cabo, se trata de cumplir esa ley física que dice que las ondas sonoras se propagan más rápido en un medio sólido.
Aunque ya hemos señalado que es algo fácil de ejecutar, todo tiene su técnica. Se trata de una especie de mantra que se consigue haciendo vibrar el aparato fonador imitando al mugido de una vaca o al popular ‘OM’ que se utiliza en yoga o meditación. Es decir, sacar el máximo partido a las cuerdas vocales, aunque no es necesario gritar o parecer un concursante de Operación Triunfo. El humming tiene otro beneficio añadido como, el cambio de temperatura generado a partir del aliento que sale caliente del cuerpo y se enfría en contacto con el aire crea también un agradable contraste.
Las partes más idóneas para practicar este arte son el clítoris, en el caso de ellas, y el glande, en el de ellos. A la hora de aplicarse en un genital femenino, la técnica aconseja apoyar la boca sobre la vulva manteniendo los labios cerrados. Una vez posicionados, hay que intercalar este curioso sonido con movimientos circulares o laterales. Si, por el contrario, nos enfrentamos a un pene el humming es más sencillo. Bastará con introducir la punta en la boca y emitir el zumbido, lo que provocará un agradable cosquilleo.
Eso sí, como todo, esto solo es la teoría y lo mejor es comunicarse con la pareja para conocer en que otros lugares puede uno practicar las escalas. Algunos ejemplos son el cuello, los pechos, los testículos o la cara interna de los muslos. Gracias a su versatilidad se puede gozar de mayor o menor intensidad, como si de un vibrador se tratase, en función de lo fuerte o suave que se haga el sonido.
Todo está inventado
Aunque lo pueda parecer, el humming no es algo nuevo, sino una técnica ya plasmada en el Kama Sutra. En la biblia del placer se recogen hasta ocho tipos diferentes de esta técnica que ahora ha pasado a tener un nombre anglosajón. Se desconoce su antigüedad, aunque, teniendo en cuenta que esta guía sexual india data del siglo III, se puede afirmar que es un clásico.
Concretamente, el humming se puede encontrar en el epígrafe IX del capítulo ‘La Unión Sexual’, en un epígrafe llamado alegremente ‘del auparishtaka o unión bucal’. Aunque se trate de una técnica amatoria más antigua que el fuego, su revival puede deberse a lo fácil que es combinarla con juguetes más recientes. A las bolas, los vibradores, los geles, los lubricantes o los masajeadores se unen ahora un par de cuerdas vocales.
Juan Luis Guerra cantaba aquello de ‘quisiera ser un pez para mojar mi nariz en tu pecera y hacer burbujas de amor por donde quiera’. Aunque desconocemos si el cantante dominicano es un maestro del humming, ahora el intrépido lector puede hacer sus propias burbujas de amor cuando le plazca. ¿Por qué no ponerlo en práctica hoy mismo?